miércoles, 7 de abril de 2010

Una vida de ejemplo y sacrificio

















Mi trabajo en el diario local LA PRIMERA, fue una experiencia inolvidable. He aprendido mucho de ello, he conocido gente humilde que vale mucho más que el oro, he ido a lugares inimaginables en búsqueda de noticia y aventura.
Aquí una de mis notas. Con afecto y gratitud para toda la gente de Ventanilla.


La gente camina por las calles anhelando una mejora en la condición de vida, mirando un futuro esperanzador que dignifique y valore su existir, los niños juegan corren, sonríen, se tropiezan y también trabajan. Claro aquí todos trabajan, grandes y chicos porque aún tienen la esperanza del desarrollo total del lugar. Me retiro de la ciudadela sin decir adiós porque Pachacutec, es una realidad que siempre la tendremos presente.



PACHACUTEC UNA HISTORIA CADA DÍA


Frio, arena, mar y necesidad son los protagonistas del día a día para los habitantes de Pachacutec. La situación actual de la ciudadela es muy crítica, la carencia de servicios básicos sumada a la no titulación de propiedades dificulta el desarrollo y progreso del lugar.

La vida de la señora Narcisa Andrade de 41 años, madre de tres hijos y pobladora desde hace 9 años de la Ciudadela de Pachacutec, refleja parte de los problemas cotidianos. Ella de manera interdiaria se gana la vida distribuyendo agua a los pobladores del AA.HH. “Túpac Amarú”. Cada día de labor es un loable esfuerzo que se inicia a las 6 de la mañana y termina aproximadamente a las 7 de la noche, siempre con la ayuda de su hija, Janet Santos, de 21 años de edad.

Cada AA. HH. en Pachacutec cuenta con unos pilotes, que no son más que una especie de cañería principal para el agua que debe ser repartida a la comunidad. Es ahí el punto de desarrollo de la labor de la señora Narcisa, su hija Janet es la encargada de dirigir una manguera de aproximadamente 10 metros de largo, para que los vecinos puedan comprar el agua. En medio del arenal y piedras la joven grita a toda voz “Vecino agua”, una y otra vez “vecino agua” y se dirige arrastrando la pesada manguera. Ella con un carácter amable y simpático nos comenta que solo descansa para “almorzar”.

Mientras la señora Narcisa se encuentra en la ubicación del pilón como una especie de guardiana celosa, ya que nos dice que los vecinos de los AA.HH. aledaños, por la misma necesidad, son capaces de sustraer el agua. Escuchamos el sonido de un silbato, se trataba de Janet indicando a su madre que debía abrir la llave del pilón para llenar los cilindros de agua, una vez terminada la jovencita continúa su labor.

Al terminar la agotadora jornada se dirige a su casa construida de madera y material noble. Llena sus dos cilindros de agua por que ya juntaron lo suficiente para pagarla y continúa recorriendo el lugar. La extrema pobreza que existe en la ciudadela es incalculable pero el ingenio, la lucha y la paciencia de los pobladores es admirable.

Cada cilindro o barril normalmente cuesta 1 sol, pero los precios fluctúan entre los 5 soles y los 0.20 céntimos dependiendo el tamaño del bidón a llenar en cada casa. Y así transcurre la labor de estas dos mujeres luchadoras que se ganan la vida de ésta manera.

Ingenio peruano
Por otra parte en el AA.HH. “Sol y Mar”, el ingenio de los vecinos es asombroso, ellos también cuentan con pilones como el de la señora Narcisa, sin embargo la organización e iniciativa de los vecinos me sorprende cada vez más. Con una proeza inmensurable han creado de manera artesanal una especie de cañería por la cual cada domicilio recibe el agua necesaria, la inversión por cada casa fue de 25 nuevos soles. Y hasta ahora están conformes con la rapidez y comodidad. Pero ¿Cómo hacen para medir el agua? Ellos mismos no solo han instalado las tuberías sino también han incluido un pequeño medidor para poder tener un control del consumo.

http://www.diariolaprimeraperu.com/online/callao/edicionNota.php?IDnoticia=369&EN=19

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